viernes, 4 de noviembre de 2011

El arte de contar cuentos

 
Para contar hay que poner cariño. Todo se hace con cariño.
Para zumbar una piedra también se necesita cariño, si no, no llega,
y lo mismo pasa con el cuento: sin cariño no llega"
Don Porfirio (cuentero)

Si nos detenemos a observar a cualquier amigo, que nos cuente, con cierto interés, un suceso relativamente destacado de la vida cotidiana: un viaje, un choque de vehículos, un percance gracioso o la travesura de un niño. Si lo hace, veremos que está "narrando" del mismo modo que todos lo hacemos varias veces al día, del mismo modo –en última instancia– en que lo hace un narrador profesional frente a su público. Sucede que, como ya lo expresábamos antes, en realidad, todos sabemos narrar, todos solemos narrar y es, sobre esta base que podemos aprender a narrar mejor, con más "gracia" o con un poco más de "salsa".
El primer paso es descubrir que cuando nosotros le contamos a unos amigos un choque en la esquina y cuando un narrador cuenta, para cientos de espectadores, un cuento maravilloso, desarrollan, en cierto sentido, el mismo tipo de acciones, aunque las del narrador posean algún atractivo especial para su público; pero nosotros, al contar cualquier suceso más o menos extraordinario de la vida cotidiana, ponemos en juego los mismos recursos personales que un narrador calificado: su capacidad de evocar un suceso y contarlo ordenadamente valiéndose de palabras, de los matices de su voz, de sus gestos y de otros recursos que posteriormente iremos identificando.
Es decir, que poseemos en principio la misma capacidad que un narrador profesional. Si deseamos narrar mejor, tenemos que desarrollar esas posibilidades y, de ninguna manera, tratar de imitar a algún narrador que hayamos conocido. Pues cada uno tiene su manera, su cultura, su estilo. Nosotros debemos encontrar nuestro propio estilo, y para eso no hay más límites que nuestra imaginación y nuestras posibilidades creadoras, que yacen dormidas dentro de nosotros.
En el mundo, diferentes culturas han destacado las diversas formas de narraciones de cuentos, historias o leyendas. Cada pueblo tiene su estilo, por sus costumbres, su idiosincrasia, su manera de vivir la vida. Se ha podido comprobar que las formas de narrar varían bastante no sólo de región a región, sino también de narrador a narrador, e incluso un mismo narrador puede narrar un mismo relato de muy diversas maneras en diferentes ocasiones.
Por supuesto que hay malos narradores, que de alguna manera en su personalidad sienten inhibiciones a soltar el cuerpo y los sentimientos. La rigidez, proveniente de causas en el pasado, puede ser los efectos que en el aquí y el ahora le impiden comunicarse, y/o no exprese consciente de ello, sus sentimientos y emociones. Los narradores chinos han sostenido que un buen narrador puede convertir una historia mala en algo grandioso y que, por el contrario, un artista inexperto puede matar una buena historia.

Acciones y capacidades personales de los narradores
Por lo anterior, debemos expresar nuestra autenticidad en los relatos, no existe una sola forma de narrar, pues cada persona debe desarrollar su propio estilo. También nos permite observar que un narrador profesional se vale de las palabras como cualquier individuo que cuenta una historia, pero más importante, resulta lo siguiente:
Las palabras no están escritas, ellas toman cuerpo en la voz.
El narrador se vale de la gestualidad del cuerpo, de la mirada y de la capacidad de intercambiar con los asistentes al relato.
Representar personajes.
Desplazarse por el espacio y recurrir a objetos auxiliares.
Vale decir que un narrador cumple un conjunto de acciones que suponen el ejercicio de varias capacidades personales, a saber:
seleccionar el cuento.
estructurar el cuento (las circunstancias que lo componen)
evocar y recrear imaginariamente las acciones a narrar y las circunstancias en que ellas tienen lugar.
compartir el relato con el público, contando para ello recursos tales como:
su lengua (las palabras y su lengua combinatoria).
su expresión vocal.
su expresión gestual o corporal (incluyendo la mirada).
su capacidad de interactuar con el público.
su capacidad de representar personajes.
su capacidad de utilizar significativamente el espacio.
su capacidad de utilizar objetos auxiliares para la presentación simbólica del mundo.
He ahí, esquemáticamente resumidos, los recursos que pone en juego el narrador. Seguramente tengamos conciencia de muchos de ellos y tal vez los ejercitemos más o menos cotidianamente. Otros, especialmente de los tres últimos quizás, aunque no se haya dado cuenta, al menos eventualmente los ha utilizado.
                                                                       
                                                                    Claudio Ledesma

No hay comentarios: